Hace unas semanas nos llegaba por los medios de comunicación la noticia de un terremoto devastador en las zonas de Turquía y Siria. Empezábamos a ver todos los vídeos del momento en el que todo empieza a sacudirse, cómo los edificios se venían abajo, cómo las personas huían y buscaban refugio en medio del caos. En definitiva, estábamos siendo testigos de una catástrofe natural que afecta a muchos seres humanos en muchos niveles de la vida. Podemos ver a través de las noticias diversos escenarios trágicos: las pérdidas de muchas vidas humanas, casas venidas abajo quedando las ciudades en montones de escombros, las personas afectadas y desorientadas, heridas y con necesidad de ayuda médica, entre otras muchas cosas.
Y al ver este escenario en el que se presenta una circunstancia adversa, que puede generar tanto dolor y trauma en el ser humano, cabe plantearse si el ser humano tiene la capacidad de hacer frente a semejante situación. Y es que cuando vemos estas noticias puede despertarse en nosotros una serie de preguntas sobre el afrontamiento a situaciones difíciles, sea del origen que sean. Pudiéramos dudar incluso que el ser humano pueda gestionar o hacer frente a estas circunstancias adversas que puedan presentarse. Y ciertamente, estos planteamientos nos llevan a reflexionar sobre la vida, la fragilidad del ser humano y si podemos llegar a tener algunos recursos o herramientas que nos ayuden a manejarnos entre las dificultades que puedan presentarse en la vida.
A la vez que vemos las imágenes de semejante catástrofe, también somos testigos de imágenes muy poderosas: los equipos de emergencias ayudando a rescatar a los supervivientes, incluso los mismos supervivientes intentando ayudar en medio de todo el caos, familias siendo reunidas después del terror, ayuda humanitaria llegando de diversos lados del mundo. En medio de la catástrofe, vemos cierta luz en las acciones de quienes ayudan que alumbran en medio de la oscuridad.
Y es que desde la psicología vemos que el ser humano sí tiene la capacidad y las herramientas para poder hacer frente a situaciones difíciles. Aunque no sea cuestión de una “receta” o de un “manual”, sí existe en el ser humano esa capacidad. Y esta capacidad es conocida como la resiliencia. La resiliencia es la habilidad para resurgir de la adversidad, adaptarse y recuperarse pudiendo así tener una vida sana. O también se conoce como la resistencia frente a la destrucción y la capacidad de adaptar una actitud positiva frente a las dificultades. Esta resiliencia puede evolucionar con el tiempo, es decir, que puede ser trabajada y que a su vez se ve influenciada por diversos factores personales.
Como es una habilidad que puede ser desarrollada, a continuación, vemos algunos aspectos que pueden ayudarnos a trabajarla en nosotros mismos:
– Aceptación de las emociones desagradables que se puedan experimentar, sin culpabilizarnos por sentirlas.
– Tener buenas relaciones sociales en las que poder apoyarnos y recibir el cariño necesario en momentos difíciles.
– Acoger nuestras virtudes y fortalezas que nos ayuden a tener una visión diferente de la situación y poder hacer uso de nuestros recursos. Por ejemplo, tener sentido del humor suele ser un buen recurso personal ante las dificultades.
– Percepción de que la ida tiene sentido, vivir desde un para qué y no solo desde el por qué. Fomentar la esperanza sabiendo que todo esto también pasará.
– Y, sobre todo, buscar ayuda profesional si veo que estoy teniendo dificultades para afrontar estas circunstancias que estoy viviendo.
Aunque la resiliencia es un factor importante, debemos saber que no podemos evitar las situaciones difíciles ni el dolor que estas puedan producirnos. Sin embargo, sí podemos aprender a vivirlas y encontrar un sentido en medio del sufrimiento. Como decía el famoso psiquiatra vienés Viktor Frankl “El hombre puede conservar un vestigio de la libertad espiritual, de independencia mental, incluso en las terribles circunstancias de tensión psíquica y física”. (1988, p. 69).
Daniela Adarme
Psicóloga General Sanitaria