¿Qué dirías que ha significado tu dedicación en todos estos años de profesión?
Mi dedicación a esta profesión es absoluta. He construido mi carrera con constancia, disciplina y mucho cariño por lo que hago. Cada día sigo poniendo la misma entrega que al principio, porque siento que este oficio forma parte de mi identidad y de mi manera de estar en el mundo.
¿Recuerdas cómo empezó tu vocación?
Desde niña ya sentía una conexión especial con el mundo de la peluquería. Aunque yo tenía el pelo corto, disfrutaba peinando a mis compañeras y experimentando con estilos. Aquella ilusión infantil fue el primer paso de un camino que, con el tiempo, se transformó en una verdadera vocación.
¿Qué te pasa por dentro cuando ves que alguien sale del salón realmente contento?
Para mí, una de las mayores recompensas de este trabajo es ver cómo las personas salen del salón con una sonrisa. Esa satisfacción personal no tiene precio: saber que he contribuido a que alguien se sienta mejor consigo mismo me llena profundamente.
¿Cómo describirías la forma en que tratas a tus clientes y esa manera tan tuya de escuchar?
Mi estilo de atención es muy cercano. Me gusta recibir a cada cliente con humanidad y respeto, y sobre todo, escuchar. Considero que escuchar de verdad es la base para ofrecer un servicio personalizado y para generar un vínculo auténtico.
¿Qué valores son los que intentas transmitir cada día en tu salón?
La confianza es el valor central de mi trabajo. Quiero que quien entre al salón se sienta cómodo tanto para contarme algo personal como para pedir un corte de pelo. A lo largo de los años, he reído y llorado con mis clientas, y esos momentos son un regalo que me llevo a casa. Procuro cuidar los pequeños gestos y crear un ambiente acogedor y alegre. Después de tantos años, mi energía sigue viva gracias a ese agradecimiento sincero de la gente, que vale más que cualquier ticket.
¿Cómo influye tu trabajo en el estado emocional de quienes vienen a verte?
Muchas veces recibo a personas que llegan tristes o cargadas de negatividad, y me emociona ver cómo se van más alegres y positivas. En el salón se genera mucha comunicación entre los clientes, un ambiente muy familiar, donde todos aportan un poco de luz.
¿Cómo haces para mantenerte tan estable y con energía incluso en los días más exigentes?
Normalmente estoy al 100% porque disfruto enormemente de lo que hago. Aunque hay momentos de bajón, intento siempre dar lo mejor de mí. Procuro cuidar mi descanso y desconectar haciendo planes para mantener el equilibrio emocional y volver con energía renovada.
¿Cuál dirías que es tu fórmula personal para mantenerte motivada y con buen ánimo?
Mi mayor estrategia para mantenerme positiva es el amor que siento por esta profesión. El cariño que pongo en mi trabajo me sostiene incluso en los días complicados.
¿Cómo sueles manejar los momentos tensos o los conflictos dentro del salón, sobre todo cuando afectan a tu equipo?
Con los años he aprendido a ser más firme y a defender los derechos de mi equipo. Entiendo que el cliente no siempre tiene la razón, y cuando es necesario, intento aclarar las situaciones con educación. No permito ni el maltrato ni las malas formas hacia mis trabajadoras. Si un problema no se resuelve, me afecta, pero siempre procuro afrontarlo de la manera más justa y equilibrada posible.
¿Por qué crees que la confianza es tan importante entre tú y tus clientes?
Para mí, la confianza es fundamental. Es la mejor herramienta para comprender al cliente, conocer sus gustos y entender su estilo. A través de esa confianza puedo ofrecer un servicio verdaderamente personalizado.
¿Qué haces para que alguien que entra por primera vez se sienta bienvenido y a gusto desde el minuto uno?
Me gusta recibir a las personas con una bienvenida cálida y poner atención con los cinco sentidos: observar, escuchar, intuir, crear cercanía y hacer que cada persona sienta que está en buenas manos desde el primer momento.
¿Qué tipo de relación sueles crear con tus clientes y cómo llevas eso de mezclar lo personal con lo profesional?
Con el tiempo, se generan vínculos muy fuertes con los clientes. A veces me resulta difícil separar lo profesional de lo personal, pero también es cierto que esa cercanía aporta una enorme satisfacción. Es parte de la esencia humana de esta profesión.
Cuando buscas a alguien para tu equipo, ¿en qué te fijas primero?
A la hora de contratar, lo primero para mí es conocer bien a la persona. Me fijo especialmente en su actitud y en su disposición para trabajar y aprender. Lo técnico se puede pulir con el tiempo; la actitud, en cambio, es fundamental desde el principio.
¿Cómo haces para adaptar cada servicio a las necesidades de cada persona que se sienta en tu silla?
Siempre trato de escuchar con atención las necesidades de cada cliente y adaptar los tratamientos a su situación personal. No es solo un servicio estético; es comprender a la persona que hay delante.
¿Te afectan tus emociones a la hora de decidir cosas importantes en el día a día del salón?
Sí, mis emociones influyen en mis decisiones, porque mi trabajo es profundamente humano. Trabajo con personas —tanto clientes como empleados— y es inevitable que las emociones formen parte del proceso diario.
¿Cuál es ese momento que más disfrutas cuando terminas un trabajo delante del espejo con el cliente?
Lo que más satisfacción me da es ver la sonrisa de alguien frente al espejo, ese momento en que se reconoce y se gusta. Es una recompensa que no se puede explicar con palabras.
¿Qué es lo más valioso que has aprendido en todos estos años de oficio?
Este oficio me ha enseñado que nunca se deja de aprender. La constancia es fundamental para crecer, mejorar y mantenerse actualizado en un mundo que evoluciona constantemente.
¿Qué significa para ti haber salido adelante durante tantos años, incluso en momentos difíciles?
Me siento orgullosa de haberme mantenido firme y seguir adelante después de tantos años. Han sido 23 años de superar desafíos, adaptarme a cambios y no rendirme.
Cuando piensas en el futuro de tu salón, ¿cómo te lo imaginas?
Veo el futuro con la misma ilusión y autenticidad que nos han permitido llegar hasta aquí. Mi deseo es seguir manteniendo la confianza de todas esas personas que aún hoy continúan visitando nuestro salón.
¿Qué te gustaría seguir puliendo o aprendiendo, tanto en lo personal como con tu equipo?
No cambiaría nada de mi negocio porque cuento con un equipo maravilloso. Lo que sí deseo es seguir formándome con entusiasmo para ofrecer siempre las últimas tendencias y tratamientos, manteniendo la calidad que nuestros clientes esperan.
Cristina Horna para Grupo Jericó
