En una situación de emergencia como es un desastre natural, lo que se prioriza siempre es el bienestar físico de las personas y, si es posible, sus bienes. Pero ¿qué sucede con las personas que viven un desastre cuando todo ha acabado? Una vez que el desastre se controla (ya sea un incendio, un terremoto o la erupción de un volcán) las personas que lo han vivido de cerca de pronto son conscientes de todo lo que han perdido, del estrés y terror que han sufrido durante la catástrofe, y todo se les viene encima de golpe. Han vivido una situación que ha desestabilizado su vida en todos los ámbitos.
Y os preguntaréis: ¿qué podemos hacer nosotros ante esto? Bien, pues nuestra principal función como personas es acoger emocionalmente a todo aquel que lo necesite. Cuando alguien pasa por una experiencia traumática, lo que más necesita es sentirse acompañado, querido y escuchado. Necesita poder descansar y no solo físicamente. Esto a veces nos cuesta verlo, pensamos que con unos días de descanso se les pasará todo, pero no es así. Cuando somos pequeños y algo nos perturba o nos asusta, nuestros amigos o familiares siempre nos abrazan para calmarnos. En el caso de la vivencia de catástrofes, las personas también necesitan ese abrazo tranquilizador, necesitan poder contar sus miedos y sus inseguridades sabiendo que alguien los escucha y los entiende.
Por otro lado, es muy importante respetar los tiempos y los silencios de las personas afectadas, porque cada persona vive las cosas de una manera diferente y no todos llevan el mismo ritmo a la hora de ir afrontando las situaciones difíciles y los cambios que han sucedido de pronto en su vida. Por eso es muy importante amoldarnos a las necesidades de cada uno, sin presionarlos para que hagan más cambios o tomen decisiones importantes.
Acompañar es una tarea que a veces resulta difícil, pero es algo que todos podemos hacer. El apoyo emocional es lo más importante y lo que puede marcar la diferencia. En estos tiempos es fácil mandar apoyo a todas las personas que sufren a través de las redes sociales, pero esto tiene una doble cara. Mandar apoyo y escuchar (o leer) a las personas que comparten su sufrimiento puede ayudarlos mucho. Pero nunca hay que presionar o quitar importancia al sufrimiento de alguien comparándolo con el de otra persona, porque cada persona es un mundo y si está sufriendo es lo que debe importarnos. Aunque pensemos que ese sufrimiento es una tontería, si esa persona sufre, debemos acogerla igual. Todos tenemos derecho a que haya personas a nuestro lado que nos apoyen y nos consuelen, nos escuchen y nos cuiden.
Ahora es buen momento de tener esto en cuenta, más que nunca, pues con todo lo que está sucediendo con el volcán en La Palma y todas las personas que están sufriendo sus consecuencias, debemos ayudarlas de esta forma. Y para todos aquellos que no sepáis cómo gestionar lo que os está pasando, ya sea directamente por el volcán o de manera indirecta, recordad que, en Grupo Jericó, el equipo de psicología trabaja para ayudaros a recuperar vuestro bienestar mental y para acompañaros en todo lo que necesitéis (ahora también de manera telepresencial).
Marta Rodríguez Sacristán
Psicóloga Sanitaria